La evolución tecnológica de Caja Rural Central
Hace 50 años no se contaba ni con la mitad de facilidades digitales de las que podemos disfrutar a día de hoy. La evolución tecnológica de nuestra entidad ha tenido un proceso muy interesante pasando por diferentes etapas que nos han permitido llegar a la digitalización actual. Sigue leyendo para descubrir todo este proceso.
En sus comienzos, la entidad trabajaba de forma manual. No existían los bolígrafos ni las calculadoras, por tanto, los informes se realizaban a lápiz o plumilla. El cálculo de los intereses, los balances, libros de contabilidad… se realizaba a mano, aunque más tarde se logra un gran avance con la aparición de las calculadoras. Al principio estas sólo sumaban, pero más tarde permitían operaciones de divisuma y posteriormente se avanzó hasta las que alcanzar las cuatro operaciones básicas.
En esta época, CRC prácticamente sólo cursaba pólizas de crédito para el sector agrícola y descuento de letras de cambio que eran los productos que utilizaba la clientela de aquel entonces: financiar la campaña y pagar al cobrar la cosecha. No se solía cursar el producto de préstamos ya que casi no era demandado. Como productos de pasivo, lo que se utilizaba eran las libretas de ahorro, cuentas corrientes y la imposición a plazo fijo (IPF).
A nivel de recursos tecnológicos, estuvo así hasta 1.969, que los recibos de consumo (luz, agua, etc.) se contabilizaban a mano. Fue entonces cuando la entidad dio un salto importante en su tecnología adquiriendo el equipo Philips Data 4000 con banda magnética para los Servicios Centrales. No había ordenadores en oficinas. Estas enviaban los movimientos diarios hechos a mano al CPD (Centro de Proceso de Datos), ubicado en los Servicios Centrales, y allí se grababan. Se utilizaban tarjetas perforadas que se introducían en el ordenador con los datos de las oficinas. También se mecanizaba en la “DATA”, un ordenador que funcionaba con fichas de banda magnética, un gran avance tecnológico para aquellos tiempos.
Cada cliente tenía una ficha de banda magnética con sus datos personales y sus cuentas. En aquella época los datos personales eran: nombre y apellidos, domicilio y número de DNI (todavía no existía el NIF ni se fotocopiaba el DNI); además del saldo y movimientos para poder calcular los intereses. Ya se les daba a los clientes las libretas escritas a máquina con la incorporación de la “A-4” (algo parecido a una máquina de escribir que había que programar cada vez que se encendía). Las comunicaciones entre las oficinas y Servicios Centrales, ubicados en Orihuela, eran a través de llamada telefónica.
Se empezaron a hacer copias de seguridad diarias en las oficinas, grabando la información en diskets. Se realizaban dos copias: una se enviaba a los Servicios Centrales, ubicados en Orihuela, y la otra se guardaba en la oficina unos días hasta su nuevo uso.
En aquella época, el programa informático que se utilizaba en oficinas era de producción propia, es decir, había sido confeccionado de manera interna por un empleado de la entidad. El sistema era denominado “Sistema Vaillo” ya que ese es el apellido de su creador, D. Joaquín Gálvez Vaillo. Con este sistema los ordenadores no contaban aún con ratones y las pantallas tenían fondo verde además de ser enormes.
Al poder ser más efectivos en tecnología y ahorrar tiempo en las operaciones diarias, se empezó a incorporar en la entidad los medios de pago (tarjetas) y los cajeros automáticos.
En 1.997 se da otro salto importante en la innovación tecnológica de la entidad, pasando del programa de producción propia “Sistema Vaillo”, a la conexión con RSI (Rural Servicios Informáticos) ubicada en Madrid y propiedad de todas las Cajas Rurales Asociadas al Banco Cooperativo. Se adquiere el programa informático TOGA, con el que se introdujo el ratón a los ordenadores y se establece el teleproceso entre todas las terminales de las distintas oficinas con Servicios Centrales. Sin embargo, con la llegada del actual sistema IRIS, el TOGA no se alargó mucho en el tiempo. Con IRIS, ya no eran necesarias las copias manuales de seguridad, era un sistema automático de guardado que volcaba la información en Servicios Centrales en Orihuela y Madrid una vez terminada la jornada. Toda esta información era mantenida durante el tiempo requerido por la ley (actualmente 10 años).
Por tanto, se realizó una estrategia innovadora de colaboración tecnológica entre empresas al adquirir el sistema informático “IRIS”, el cual se mantiene en la actualidad. Es un programa en continua evolución, que desde RSI (Rural Servicios Informáticos) mejoran con cada petición de sus clientes: las entidades financieras pertenecientes al grupo de Cajas Rurales.